sábado, 4 de diciembre de 2010



El hombre de la Tierra. Una reseña



Desde los afluentes electrónicos que bañan las orillas de mi computadora extraigo la siguiente frase de Jorge Luis Borges:
"De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación. En César y Cleopatra de Shaw, cuando se habla de la biblioteca de Alejandría se dice que es la memoria de la humanidad. Eso es el libro y es algo más también, la imaginación. Porque, ¿qué es nuestro pasado sino una serie de sueños? ¿Qué diferencia puede haber entre recordar sueños y recordar el pasado. Esa es la función que realiza el libro." (Prólogo al libro de los libros)

El mundo como un continuo tecnológico humano. Una vieja idea cultivada ya en los ensayos de Mashall McLuham y presente como un soplo renovado el algunos de los escritos de Arthur C. Clarke (por ejemplo, el salto evolutivo que supone el definitivo abandono de la corteza corporal palpable en 2010) y hallada, esta vez, en las convincentes palabras del escritor argentino, dueño de una vasta memoria y una prolífica imaginación literaria.

Pero supongamos, por un momento, que el hombre renunciara definitivamente a esas sólidas barreras tecnológicas de su pensamiento literario, a estos espejos-reflejo de su memoria y su fabulación soñadora y pudiera, de un modo mágico y vital, adentrarse en el contenido mismo de su inspiración creadora. Convertirse en el texto mismo de una Biblioteca viviente (Alejandria o Babel) y ser la suma de todas las experiencias pensadas y vividas por tantos escritores y autores del pasado para convertirse, de este modo, en la experiencia misma de todos los personajes escritos e inventados. Apropiarse así de la vida misma mediante una simbiosis-ósmosis de memorias adquiridas por un mágico ritual, tal vez proteínico-uterino (como el supuesto por Dan Simmons para el personaje humando de Hartman en Illium) o como resultado de un esfuerzo colectivo, ( como los esforzados hombres-texto supervivientes a la quema de libros de Ray Bradbury en Farenheit 451 .)

En definitiva, el ser humano como suma de todas las experiencias vividas, supuestas y superpuestas, o como imagen de la renuncia y el olvido. Dos modelos de absolutos.

Ahora imaginemos, en cambio, a un moderno Gilgamesh a punto de emprender una nueva etapa en su peregirna vida y que asumiera, en el presente, el papel de un honrado y austero profesor universitario. Este ser, probablemente liberado de todas las sólidas ataduras del pasado y rodeado, en apariencia, solo de sus melancólicos fantasmas, podría verse sorprendido, en su huida, por sus compañeros y amigos quienes amablemente se ofrecen a una improvisada despedida.

Supongamos, asimismo, que este primitivo ser inmortal no fuera más que un naufrago de otra era, un superviviente evolucionado hasta nuestros días quien sobrevive, anónimo, acompañando al hombre en su historia y a la Tierra en su evolución. Qué conocimiento albergaría, qué cosas nos diría, si pudiera comunicarnos su experiencia y la experiencia del hombre?

Este es el planteamiento aproximado de El hombre de la Tierra ( The man from Earth, Richard Schenkman, 2007) una producción independiente inspirada en el libro homónimo de Jerome Bixby y transformada, sesenta años después, en una interesante película. Un escritor conocido seguramente por los más frikies de la ciencia ficción y que tiene el privilegio de ser uno de los guionistas más votados de serie Star Trek. Una película alejada de los grandes efectos de la ciencia ficción cinematográfica actual; intimista y plural, inteligente en sus diálogos y con giros argumentales capaces de sorprender al espectador atento.

La cinta realiza un ingenioso repaso sobre los grandes ejes de la aventura humana en una abreviada y magistral lección de Historia Comparada, con abundantes referencias a la antropológica, la filosofía y la religión.

Un ser que acepta su vida como renuncia y olvido, capaz de aprender "sobre la marcha" y reinterpretar lo vivido. No hay mayor sabiduría o inteligencia, solo expectativa ante los interminables matices del cambio.

El Hombre Sobre La Tierra (HST)

Contact: Angela Petruso
Contact Email: apetruso@gmail.com
Year Established: 1994
Grant Date: June 2010, March 2009, June 2006
Established in 1997, El Hombre Sobre la Tierra (HST) works with Mayan communities in Mexico’s Yucatán peninsula to transform their assets into higher-income producing products and to help convert traditional skills into local income-generation opportunities. Their approach has helped communities start micro-industries, each with a different focus (to limit market saturation): making hammocks, developing authentic village-based tourism opportunities, making a variety of embroidered goods, baskets, and wood carvings for sale to tourists, marketing specialized crops to others in Mexico, and making furniture and clothing. Based on momentum generated by previous trainings, EMpower’s previous grant supported HST to organize young Mayan women from several villages into production collectives focused on manufacturing school uniforms and other clothes needed for children’s participation in cultural events (these activities were chosen in response to local market demand, as well as young women’s demonstrated tailoring and embroidery skills). Our current grant is supporting them strengthen the production collectives established under the previous grant by supporting young women to take greater responsibility forhe various stages of the production chain, helping them to start savings and credit circles, and equipping them to increase their production capacity so that they can capture a greater percentage of local market share

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